Harry se agachó rápidamente para que no lo descubrieran.
- ¿Os acordáis de ese muchacho de pelo negro que estaba cerca de nosotros, en la estación? ¿Sabéis quién es?
- ¿Quién?
- ¡Harry Potter!
Harry oyó la voz de la niña.
- Mamá, ¿puedo subir al tren para verlo? ¡Oh, mamá, por favor...!
- Ya lo has visto, Ginny y, además, el pobre chico no es algo para que lo mires como en el zoológico. ¿Es él realmente, Fred? ¿Cómo lo sabes?
- Se lo pregunté. Vi su cicatriz. Está realmente allí... como iluminada.
- Pobrecillo... No es raro que esté solo. Fue tan amable cuando me preguntó cómo llegar al andén...
- Eso no importa. ¿Crees que él recuerda cómo era Quien-tú-sabes?
La madre, súbitamente, se puso muy seria.
- Te prohíbo que le preguntes, Fred. No, no te atrevas. Como si necesitara que le recuerden algo así en su primer día de colegio.
- Está bien, quédate tranquila.
Treebol.
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